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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro:
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN:
Editorial: EL LADO OSCURO
Este libro es un clásico de Jorge Bucay, que en esta ocasión tuvo la colaboración de Silvia Salinas. Con Roberto, Laura y Fredy como protagonistas, desenmarañan las relaciones de pareja actuales. Una enredada historia de mails y terapia entre los personajes permite analizar los pormenores de los lazos afectivos que conocemos.
Roberto tenía una vida rutinaria, con un trabajo estable. Su hobby era pasar tiempo navegando por internet. Un día esa costumbre se vio sorprendida por un mail que no era para él.
Al mensaje lo firmaba Laura, estaba destinado a un tal Fredy y consistía sobre la idea de escribir un libro sobre relaciones de pareja. Especial para él, que venía con problemas con su novia, Cristina.
Siempre creyente de las señales y los destinos, lo vio como un indicio para mejorar su deteriorada relación. Era la sincronía, la sincronicidad de los hechos, que estaba buscando.
“La pareja no nos salva de nada, no debería salvarnos de nada”, decía un pasaje. “La propuesta es resolver mi propia vida sin esperar que nadie lo haga por mí”.
Así comienzan su publicación Jorge Bucay y Silvia Salinas, que utilizan a este protagonista para plantear sus teorías.
Cuando Roberto fue a buscar a su pareja, decidió mostrarle los mails que recibía por parte de Laura. Aprendió rápido porque decidió explorar sus opciones y evitó una discusión. Logró abrir una puerta interior en Cristina al darle la razón.
“Estuvieron de acuerdo en que ni el amor ni la pareja deben dañarse para salvar al otro”, añadió Bucay como narrador. A partir de ahí intentaron ver qué le sucedía al otro antes de confrontar.
El siguiente correo electrónico apuntó al por qué de estar en una relación: para descubrir aspectos ocultos a nuestra percepción. “El mejor, el más preciso y cruel de los espejos, es la relación de pareja: único vínculo donde podrían reflejarse de cerca mis peores y mis mejores aspectos”.
En caso de querer ser escuchado, lo primero que debes hacer es comunicar lo que sientes. Decir lo que piensas o necesitas libera y ayuda al otro a comprenderte.
Y si algo te molesta de tu compañero/a, en realidad significa que te molesta algo de ti. Maldito egoismo.
Con el correr de los días Roberto perdió la estabilidad emocional. Empezó a preguntarse por qué siempre se enojaba con Cristina o si realmente la amaba.
“Cuando uno se enamora en realidad no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como una pantalla donde el enamorado proyecta sus aspectos idealizados”, encontró como respuesta en uno de los mails.
Lo más importante es el bienestar que se obtiene al estar con el otro y viceversa, más allá de la forma de ser de la pareja.
“Enamorarse es amar las coincidencias, y amar, enamorarse de las diferencias”, agrega Laura.
A la hora de los conflictos, lo importante es preguntarse qué es lo que desencadenan los enojos. Siempre existe algún factor detrás, muchas veces generado en la infancia.
“Proyecto en el otro las partes de mí que más rechazo”, le cuenta Laura en uno de sus mensajes a Fredy. En el caso de Roberto, era con su madre. Solo conseguía claridad gracias a la tranquilidad que le daba poner en palabras lo que sentía.
Esto hacía -y hace- que se diera cuenta de lo que estaba pasando para recién ahí poder modificarlo.
El paso del tiempo y la falta de respuestas del supuesto Fredy hacia Laura le jugaron una mala pasada a Roberto. La terapeuta avisó que dejaría de escribir ante la falta de respuestas de su destinatario original. Sin embargo, el protagonista de este capítulo se hizo pasar por Fredy para no perder los consejos que recibía.
Finalmente, Laura volvió a enviar mensajes. Se generó un ida y vuelta que le permitió a Roberto recuperar la confianza. Se sintió vivo a pesar de la fantasía.
“Si el amor conectaba con los aspectos más sabios e iluminados de cada uno, Roberto debía estar indudablemente enamorado”.
Laura le había enseñado algo a Roberto entre tantos mensajes. “Una vez que pasa el enamoramiento no hay más remedio que enfrentarse con la realidad del ser del otro”, sostuvo la especialista.
En medio de esa incertidumbre, tuvo que seguir contestándole los mails. Pero ya no motivándola a seguir escribiendo sino dándole ideas sobre la terapia de parejas, algo de lo que no sabía mucho.
Leyó a un montón de escritores sobre el tema, lo que le permitió recobrar la pasión por la lectura. ¿O lo que lo motivaba realmente era las fantasías que tenía con Laura?
En el siguiente mail, Laura reflexión acerca del desencuentro que habían tenido. Retomó una idea que le había dado Fredy, de que en la niñez empezamos a tratar de no sentir nuestras necesidades como estrategia para aliviar el dolor de la frustración.
“La idea es darnos en nuestra relación el espacio para el dolor y la confusión que aparecen cuando desarmamos nuestra estrategia antifrustración”, afirmó.
Para saber más, Roberto le respondió que estaba de acuerdo con sus comentarios. Y, aprovechando el rol que jugaba como Fredy, le pidió a la chica en cuestión que le recordara cómo fue que empezaron a escribirse.
Una semana después, encontró en su casilla un extenso texto de Laura, que reveló su apellido: Jorsyl. En el ida y vuelta inicial que le mostró a Roberto, se desprendieron varias frases interesantes.
Por ejemplo, “si para estar con otro yo tengo que renunciar a ser yo mismo, la cosa no va a funcionar”.
Toda la información que obtuvo hizo que Roberto tuviera que diseñar un perfil más detallado de Fredy para no ser descubierto. “Me siento un individuo nuevo y siento como si nuestro vínculo empezara recién hoy”, le envió.
Hasta que en una ocasión recibió un mensaje desde su propia casilla de correo, [email protected], firmado por Alfredo -Fredy-. ¿Podía ser que ambos estuvieran compartiendo la misma dirección gracias a un error de la matrix online? Era la única explicación posible.
Al mismo tiempo, la amenaza de que se descubriera todo quedaba al desnudo una vez más. Por lo tanto, la solución era incomunicar a Alfredo borrando los mails y explicándole que le mande mensajes a una nueva casilla inventada, trebor@hotmail.
Después de tomar un par de copas de más, se decidió a escribirle una vez más a Laura. Entre la borrachera y los cursos de filosofía que había tomado hace un tiempo, le preguntó qué pensaba ella sobre la capacidad de amar.
“La gente suele quejarse de no ser querida cuando el verdadero problema es que no sabe querer”, expresó. Pero casi nadie se preocupa por eso, sino más bien sobre si es querido y si le demuestran amor.
Hasta parafraseó a Ortega y Gasset, que dijo “nadie ama sin razón, el mito de que el amor es puro instinto es equivocado”.
Se metió tanto en el personaje que al otro día descubrió que el apellido de Alfredo era Daey. Respondió un mail como si fuera él a otro doctor y luego siguió con Laura, con la que cada vez estaba más enredado.
“Por mi parte, cada vez pienso con más convicción que los problemas de control pasan casi únicamente por la incapacidad de amar”, escribió ella retomando el planteo de la noche anterior. “En nuestra cultura se confunden las cosas. No se acepta que pueda querer mucho a mi pareja y a la vez que pueda disfrutar con otras personas”.
Al continuar leyendo el mail, Roberto se dio cuenta de que sentía celos. Celos de Fredy, el destinatario real de los textos de Laura. Para ella celar “es sostener la creencia de que mi amado le da a otra persona lo que solamente yo tengo derecho a querer de él”.
Aunque también vio que necesitaba continuar con esto y que si no fuera por él, Laura ya habría abandonado el proyecto. Con el objetivo de seguir en contacto al mismo tiempo que lo hacía con Fredy, decidió comentarle que ahora le escribiera a trebor@hotmail.
Entonces copió y pegó lo que recibió de Fredy, le cambió el final y se lo reenvió a Laura. Según él, era un plan maestro para seguir la relación con su fantasía.
Laura era amante del té, bebida de la que se había enamorado en un viaje a Granada. También disfrutaba leer libros y estaba comprometida a hacer de a una cosa a la vez, sin superponer actividades u horarios.
En ocasiones envidiaba la vida de Fredy, que cambiaba de lugar cuando él quería y viajaba constantemente. Aunque si algo aprendió de sus pacientes masculinos es que conservar ciertos espacios de independencia los volvía totalmente dependientes.
No hubiese logrado eso sin el aval de su esposa, Carmen. Esta se hacía cargo de los hijos y del hogar.
Los últimos mails de Fredy le hicieron sospechar que algo había cambiado. Así recordó a Carlos, su ex pareja. Terminó en muy buenos términos, pero sintió que si no podía convivir de manera feliz con él no podría hacerlo con nadie más.
Empezó a cuestionarse la idea de tener cancelada la idea de volver a estar en pareja por los mails de Roberto y algunos pacientes que la hicieron dudar de sus teorías. Se estaba escudando en la dificultad, lo improbable, la soledad y los condicionamientos, entre otros.
Cayó en su propio planteo “del peligro de no reconocer lo que viene hacia mí porque no se corresponde con la forma en que me lo había imaginado”.
Le comentó a Fredy su dilema y éste le respondió que explore, que dejara acercarse al próximo tipo que apareciera y se permitiera ver qué pasaba. Y le sugirió que atendiera a un amigo suyo, Roberto...
El lunes siguiente, Roberto la llamó y apuntó un turno junto a Cristina. Llegado el día, Laura se quedó con la impresión de que la relación entre ellos ya estaba terminada hacía tiempo y que sólo los ataba el recuerdo o la costumbre.
De todos modos le quedó la rara impresión de que Roberto se preocupó más por ella que por su pareja. Hasta sintió que la intentó seducir con comentarios. Pero nunca había tenido un enredo con un paciente.
“La confusión conduce siempre a la certeza si uno se da el tiempo suficiente de permanecer confuso”, explica Bucay en el rol de narrador.
Laura consultó con Fredy a la casilla rofrago con copia a trebor para ver si decía algo sobre Roberto, a lo que este respondió: “me dice que a los cinco minutos de entrar sintió que estaba enamorado de ti desde antes de conocerte”. Sus sospechas eran reales.
Tiempo después, Roberto pidió una entrevista individual con ella.
En la charla, le reveló que Fredy le había compartido fragmentos de su boceto de libro. Y con el pasar de los minutos le pareció un hombre muy interesante. Luego de dos horas, él la invitó a salir. Con dudas, ella pidió que la llamara para arreglar.
Al llegar a su casa le escribió un largo mail a Fredy. “Creo que el amor es algo que va sucediendo. Pero para llegar a eso hay que atravesar los prejuicios que nos impiden el amor”.
Cuando lo envió apareció un correo titulado “Hola Laura”, proveniente de [email protected].
En el epílogo del libro aparece el verdadero Fredy. Aquí le escribe a Roberto: “Durante estos dos años hemos estado tan cerca y tan en contacto y, sin embargo, sabiendo verdaderamente tan poco el uno del otro”.
Cuenta que registró rofrago hace un tiempo por las iniciales de sus hijos y que tenía grandes intenciones de escribir un libro sobre parejas junto a Laura. Querían hacer algo diferente así que decidieron editarlo como un intercambio de mails entre dos terapeutas.
Cuando ya estaba sin ideas, mágicamente apareció Roberto. Se dio cuenta cuando Laura por error mandó un mensaje a rofrago y se enojó mucho. Sin embargo notó que esa debía ser la trama del libro.
Le escribió simplemente para agradecerle. Y, también, para preguntarle cómo debía ser el final de la novela.
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